Guerras perdidas

Una vez, cuando era niño, un amigo del cole de curas salesianos en el que estudiaba nos echó un chiste "subido de tono", de esos que te hacen sonrojar cuando aún no has comenzado la adolescencia, pero que de adulto te parecen una tonería. Luego, un viernes en la tarde, otro amigo me pidió que lo apuntara en un papelito y se lo pasara hasta su silla, al otro extremo del salón para él contárselo a sus vecinos...juiciosamente lo hice, y el papel rodó dobladito de mano en mano hasta que llegó a donde el sapo del curso, y del sapo del curso pasó al rector, que escandalizado me llamó a gritos y armó todo un drama que amenazaba con expulsarme.

Ahora, de adulto, la historia se repite, salvo que esta vez no hay ningún chiste y estoy a punto de ser expulsado de mi propia vida, de mis propios logros...a punto de perder la misma estúpida batalla, a punto de dejar de ser lo que soy para volver a no ser nadie.