martes, junio 07, 2005

Húmedo y delicioso antes de estar despierto

Agitada su respiración
Húmeda ya toda su piel
Delicadas sus caricias al tocarme, como si temiera que todo se desvaneciera
Brillan sus ojos oscuros, tratando de descubrirlo todo, de poseerlo todo
Resecos sus labios pidiendo a gritos los míos
Hay más gente en esta habitación, no precisamente sobre las sábanas blancas de esta cama, mas si entrando y saliendo de un baño que brilla por su blancura, o arreglando equipajes en la cama vecina, mas parece no importarles que aquí, nosotros dos estamos temblando de placer, de gozo, ansiosos por hacernos una sola carne, por tocar esa parte de la piel a la que aun nuestras manos no han llegado, pero que se yerguen ávidos de sexo… ¿quién es él? No lo sé, y finalmente no me importa, sólo sé que estoy engolosinado con su belleza, ebrio de una mezcla entre el placer erótico-carnal y una especie de embrujo del alma... su piel color mango maduro, su abdomen plano y su sexo ambarino me hacen perder la razón, él se recuesta en mi pecho lamiéndome un poco, susurra palabras excitantes y comprometedoras que suenan bien mientras el sol se cuela por las ventanas, y nos da un poco de calor…hace un poco de frío aquí, en este hotel de carretera, en medio de ninguna parte, un punto indescriptible en la vía que conduce a no sé dónde… más su mano me conduce a tocar con gozo un regalo que ha reservado para mi, que se agita con mi roce, y de repente, ambos miembros en nuestras manos, ambos mirándonos con todo el coraje del que somos capaces, entre la risa y el estertor de gozo, entre el gemido y el abrazo, descubrimos que mientras nuestras lenguas juguetean en un beso y estamos a punto de alcanzar el nirvana que nos propinan nuestros cuerpos, todo se desvanece y cada uno despierta en su cama, él no sé en donde, en qué ciudad del mundo, en que clase de cama, fundido en qué piel, con qué nombre y con qué apellido… yo en cambio solo, en el mismo lugar de siempre, ansiando conocerlo, para comprobar qué tan maravillosa es la vida real de saborear su piel.

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