Inamovible: Heart Like Stone
Hay días en que el corazón se tensiona, late despacio, no se agita por nada, ninguna presencia logra que se sobresalte…puede ser que ya nada lo incite, que nada lo motive, que ya todo esté dicho y hecho para él; puede ser ese halo con el que me he cubierto últimamente, ese estar inamovible, seguro de mi mismo, de cada paso que doy, de lo que siento y de lo que pienso, indispuesto para arriesgarme de nuevo, para servirme en bandeja de plata, para actuar conforme a los deseos de X o Y, incapaz de volver a pronunciar aquellas palabras que les endulzaron el oído y les hicieron sentir dueños de mí, dueños del mundo, dueños de este corazón que ya no late por ellos.
En la madrugada del sábado, mientras el sudor de nuestras carnes y la complexión de nuestro cuerpos nos hacían uno solo EL me preguntaba cuál era el nombre que tenía nuestra relación ahora, qué era lo que sentía ahora…le pregunté a mi corazón y estaba dormido, no quiso despertarse, ni dar ningún mensaje…no hubo respuestas, no hubo palabras…quise esconderme en un abrazo frío y distante, mas tuve que mentir para salir airoso, dije que no sabía que sentía, que era mejor tener una bonita amistad que nos permitiera estar juntos de cuando en vez, sucumbiendo ante el deseo. Su expresión de sorpresa, indignación y tristeza no se hizo esperar, mas prefirió negarse a admitir la derrota.
Una de estas noches, en que Pbonito contraataca, ronronea como un gatito ávido de afecto cerca a la fortaleza, e insiste tanto que termino llegando hasta él, descubro que tampoco frente a él late esta piedra, que ya no me tiemblan las piernas al verlo, que no quiero navegar en sus ojos, y que si le sostengo fija la mirada es para seguir jugando, pero esta vez seré yo quien maneje la baraja, quien imponga las reglas. Si, estoy frío, serio y distante, tal vez hasta irónico, hiriente y exageradamente sarcástico en mis comentarios, tal y como me lo dijo, mirándome con cara de ternero degollado, de ternero huérfano…mentí una vez más, fingí no darme cuenta de que estaba usando palabras dolorosas, fue placentero clavar el puñal, retorcerlo un poco y verlo decir esas cosas... fue placentero no tener que reprimir deseos, porque simplemente no los sentí, fue placentero volver a casa sin un nudo en la garganta, victorioso, sereno…con el corazón como una roca.
Y aunque la roca sigue allí, he de confesar que tiene fisuras, que no es tan fuerte…que luego sentí algo de lástima por ese EL que se cayó de su nube, de creer que siempre estaría allí, y ante su llamado para saber cómo sigue mi loco estado de salud, siento que en todo caso no es un mal tipo.
Y ante el llamado de Pbonito que enfermó de repente por culpa de uno de esos virus postmodernos que salen por ahí en cada esquina, me vuelvo algo sensible, un protector telefónico que se reporta cada 60 minutos para saber cómo sigue…un protector que llena el espacio que otros han dejado de momento, un protector telefónico al que prometen besos y agradecen la atención… mas acá en mi pecho, indago e indago y nadie responde, nadie dice nada…simplemente da un pequeño salto tras otro.
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