No encajar – No pertenecer – simplemente estar
Hay días, lugares, personas, cosas, con las que sientes que no hay feeling, que sobras, que faltas, que te estorban, o que estorbas tu, mas en estos días, en los que un fuego especial me acompaña, en los que un halo de fortaleza me rodea, en los que unos seres alados se reúnen para protegerme y darme vitalidad y potencia, descubro de repente que, pese a no encajar y no pertenecer, no siento ese vacío extraño que siente el ser extraño, simplemente estoy, y es un juego delicioso eso de estar donde no encajas, donde no perteneces y más si logro ser lúcido, si la sobriedad me acompaña, de esta forma observo con deleite, hasta la burla, hasta la sorna y el espasmo de la risa lo que hace la gente, cómo se comporta, cómo finge, cómo actúa, ante un estímulo de terminación etílica, ante el sonido de una canción que excita sus cuerpos, que evoca recuerdos, o ante ese ser que atrae, que genera deseo, esa carne que llama, que obliga a latir.
La última vez que sucumbí ante el deseo con EL, por su afán de comprobar que no me avergonzaba de salir con él, ni temía que me vieran en público con su modesta compañía, terminamos entrando al buró de la 59; recuerdo que en otras épocas entrar allí me producía entusiasmo, alegría, euforia, temor, desasosiego o cualquier otro sentimiento de los que pueden producir estos sitios de rumba, atestados de plumas y lentejuelas, generalmente repletos de amigos, ex – amantes, compinches, o conocidos de EL. Ese día no fue así, no había nada que sintiera, ni por EL ni por el sitio, la sensación no se puede describir, porque simplemente no existe, tal vez es como cuando caminas por la calle y nada te perturba, ni sientes nada por nadie, simplemente observas a la gente, te ríes de lo que hacen…antes cuando entraba allí me aseguraba de estar aferrado a la mano de EL, de que me acompañara, de que me mirara, que no se despegara de mí, mas aquella noche fue EL quién se prendió a mí, se aferró de mi como un pequeño, me acompaño hasta el WC y esperó pacientemente en la entrada hasta que me digné salir. Casi como en otro idioma la gente se movía y si, descubrí que no pertenecía a allí, ya no, ya no como en otros tiempos…mas no había rechazo, las miradas lascivas de unos cuantos, el coqueteo mordaz de otros y los besos que EL me robaba para defender ese territorio (yo) que aun cree suyo, me recordaban que algo tenía en común con toda esa gente.
El viernes pasado fue otra cosa la que sucedió, elpapadelolayabril y yo fuimos a Unsitioazul, un sitio en el que la gente pierde sus bríos por efecto del alcohol, en el que se sonríe hasta las lágrimas, en el que una fogata rompe las plumas y las lentejuelas para permitirles mutar en rostros varoniles, capaces de conquistar, de halagar… allí fue divertido estar, divertido encontrarme con un corderito que otrora me quitaba el sueño y ahora nos amamos como amigos, nos cuidamos como tales y nos abrazamos sin límites, sin compromisos, sin presiones. Divertido transitar entre la sonrisa, la virilidad, el vistoso plumaje, la cortesía y la hipocresía, divertido reafirmar etílicamente esa amistad que se engrosa cada vez más entre el papadelolayabril y yo.
Mas el sábado, el sábado si supe, y por cuatro horas lo que es no encajar, no pertenecer, simplemente estar, aunque a decir verdad era preferible no encajar a formar parte de ese capítulo de la inédita serie “cuando los ñoños se extrovierten”, cosa que poco hicieron…si, si, adoro la crítica, y no la constructiva sino la mordaz, la que no tiene cuidado ni pudor, la que hiere, la que hace caer en cuenta sin piedad ni conmiseración del fastidio que se siente con la estupidez ajena, con la idiotez colectiva…mas también estoy convencido de que la verdad duele dependiendo de donde venga, de los lazos afectivos que tengas con quien te la diga…y yo, no tengo lazos con ninguno de los “pseudoposesos” que vi en la noche del sábado.
En un principio los planes de Fernanda, elpapadelolayabril y yo era sólo aparecer y desaparecer, hacer acto de presencia, ella por su amistad con el agasajado, yo por acompañarla a ella y hacernos feliz la vida en esa noche y él por los mismos motivos que unen esta amistad que se construye con canciones, caracteres y tipeos rápidos. Mas terminamos allí, escuchando sandeces, de las que no se escapó ni laniñadulce, oyendo acentos fingidos que denigran mi raza, falsos saludos de emoción, chistes de secundaria, insistentes preguntas sobre el estado de diversión o aburrimiento en el que nos encontrábamos en medio del ensordecedor ruido del sótano aquel.
Era evidente, los únicos desencajados allí éramos los tres…simplemente estábamos: divertidos, analíticos, críticos, integrados uno a los otros dos, conectados con el humor negro que caracteriza nuestra burla….y yo, deliciosamente antipático, si y qué, en ratos como esos odio la hipocresía, odio dibujarme una sonrisa eterna y vacía, prefiero quitarle brillo a mis ojos, fruncir el seño y balancearme al ritmo de la música sin otorgarle sentimiento a nada ni a nadie… con todo y eso, con la tranquilidad que ahora asumo, con el desconocimiento profundo de muchas cosas que ocurren alrededor mío, sigo pensando que es mejor no encajar, no pertenecer, simplemente estar con los que quieres, en donde quieres, haciendo lo que quieres.
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