Derechos de posesión
Y es extraño...no quería conocerlo, siempre me escabullí, siempre dudé de que me pudiera interesar…no, no es el mismo de aquella noche de charla cibernética...aunque si conocí primero sus símbolos, sus caracteres y sus letras, y creo que ahora es mi maldición el haber dejado pasar tanto tiempo sin verlo a los ojos, sin saber cómo sonreía… perdí el tiempo en el que estuvo solo, buscando mi compañía, apareciendo insistentemente por allí y por allá mientras yo inventaba excusas para no verle.
Finalmente lo vi, quedé preso en sus ojos, enamorado de su sonrisa, de esa piel de oveja que esconde un lobo, esa piel que solo pude contemplar, que juega a ser tocada pero huye.
Porqué demonios los seres humanos declaramos derechos de posesión sobre otros seres y peor aún, porque algunos seres humanos nos declaramos propiedad de alguien y le entregamos a ese alguien las llaves de nuestra felicidad, negando la entrada a otros propietarios…si, si, maldigo la posesión de los cuerpos y todos sus derechos, pero hoy quisiera ser su dueño, hoy que no he podido sacarlo de mi cabeza, que pienso una y mil veces en las oportunidades perdidas por haber dejado pasar tanto tiempo sin conocerlo, por haber llenado mi cabeza de absurdos prejuicios, por haber creído que una dulce y masculina voz no era precisamente sinónimo de belleza.
Alguna vez apareció en mi pantalla de computador, con el nombre de alguien conocido, las mismas señas particulares y la misma confusión: un corderito desvalido que requiere alivio, un poco de cariño virtual, menos dañino y menos peligroso… no importa, allí estaba yo para hacerlo sentir bien…entonces supe que no era quién creía, en cambio este nuevo ser parecía más maravilloso aunque confuso y misterioso, perdido en el mundo, lleno de dolor y de llanto, un llanto oculto tras sonrisas echas de símbolos y caracteres, los mismos que desaparecieron al poco tiempo, y pasaron a ser simplemente archivos de computador que se borran con un clic…
Apareció de nuevo, haciendo gala de su verdadero nombre, con la apariencia virtual renovada, escondiendo de nuevo sus fisuras y dolores, con un dejo de sinceridad y el deseo de mantener conversaciones de largo aliento. Mi archivo no había sido borrado, me recordó palmo a palmo, palabra por palabra cada una de las charlas sostenidas tiempo atrás…aún me pregunto…será que fui importante en ese entonces, por qué mis palabras se habían quedado ancladas allí, en su escritorio, en su mente, en su vida, y yo en cambio casi ni lo recordaba…aún permanecería allí esa marca dejada, o era sólo un intento por empezar a cavar espacios en mi vida?
Lo cierto es que durante unos cuantos meses hablamos mucho, supe que ya tenía dueño, pero aún así quería aventurarse a conocerme, a saber quién era en realidad este costal de letras, esta marea de poesías con la que hablaba…aparecieron entonces opciones para vernos, todas rechazadas, algunas por exceso de trabajo, otras por falta de interés y unas más, por miedo, por físico miedo a estrellarme con algo que no iba a gustarme, o peor aún con algo que gustándome mucho, no iba a poder tener
Aun tenía la sal y la arena impregnada a mi piel, el sabor de la costa en mis labios, cuando me decidí a romper la barrera, a descubrir quién había detrás de aquella voz dulce…y lo encontré allí, con los libros en la mano, la sonrisa en los labios combinando con el azul del traje y la calidez de su mirada…supe de inmediato que podría perder si quería iniciar un juego, que iba a pelear a muerte por romper los grilletes que ataban su corazón, e iba a intentar ponerle los míos, que lo iba a querer libre, pero libre para mí, sólo para mí…que iba a querer perder siempre con sus juegos de palabras, pero solo si iba a poder tener para mi un trozo de él.
Si él me dejara quitarle los grilletes del alma, con todo mi egoísmo prometo que voy a hacerlo feliz.
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